domingo, 2 de mayo de 2010

CONCLUSIONES FINALES






NUESTRAS REFLEXIONES...
Cuando reflexionamos acerca de México, como país, como nación y cultura, ¿En qué pensamos?, ¿Cuáles son esas primeras imágenes que acuden a nuestra mente?.
Quizá imaginemos un símbolo patrio como nuestra bandera tricolor, una festividad con el tradicional Mariachi o el tan gustado tequila. Estos y muchos más elementos que reconocemos como propios e incluso nos identifican a lo largo del territorio nacional y en otras naciones. Sin embargo, el asumir dichos elementos como propios, se encuentra muy lejos de conocer realmente la diversidad geográfica y social, que a su vez constituye el patrimonio económico y cultural de nuestro país.
México no sólo es una amplia extensión territorial conformada por 32 entidades federativas, habitadas por una población de 97.4 millones de habitantes (XII Censo General de Población), también es la interacción entre múltiples ecosistemas y grupos humanos que han contribuido a su conservación y sobrevivencia mutua, ya que no sólo éstos obtienen del medio natural los recursos necesarios para su alimentación y subsistencia, también los recursos naturales encuentran en las prácticas indígenas un salvaguarda a través de su economía sustentable. De esta manera, diversas comunidades indígenas han encontrando a lo largo del territorio nacional condiciones geográficas favorables para hacer de sus regiones un confortable hogar para habitar.

México ocupa el 8° lugar en el mundo entre los países con mayor cantidad de pueblos indígenas, pueblos que se encuentran integrados por más de 12 millones de personas; es decir, más de la décima parte de la población mexicana, esta integrada por una gama de pueblos indígenas que narran una historia particular.
Actualmente en nuestro país se hablan casi 100 lenguas, de las cuales los pueblos indígenas aportan aproximadamente 62 de ellas. Sin embargo, cabe señalar que hablar en términos de 62 lenguas, implica hablar también de 62 pueblos indígenas, los cuales, en términos generales, comparten la riqueza cultural de las primeras civilizaciones que se desarrollaron en Mesoamérica.
Aunque constitucionalmente se reconoce esta importante e innegable condición multicultural de nuestro país, actualmente las políticas sociales y económicas globales no permiten la inclusión de dichos pueblos a los beneficios y ventajas que aportan los modelos occidentales de desarrollo, cultura, bienestar y producción.
Se creía que con el rápido desarrollo de la ciencia y la tecnología, en especial los medios de comunicación, se acercaría a los pueblos entre sí y se generarían las condiciones para tener un mundo más justo, equitativo y menos confrontado. Pero ocurrió que el modelo económico capitalista (occidental) impuesto a varios países Latinoamericanos y de Tercer Mundo puestos en práctica, no sólo no lograron alcanzar sus objetivos de desarrollo, sino que han creado profundas desigualdades e injusticias sociales, precisamente por no considerar el derecho a lo diferente.

Debido a ello, este importante sector de la población ha tenido que establecer mecanismos de lucha y sobrevivencia para reivindicar su derecho a ser histórica y culturalmente diferentes, así como para incorporarse dignamente a un nuevo proyecto de nación, formulado con y para ellos.
Los indígenas a estas alturas se ocupan principalmente en sobrevivir, dejando de lado la importancia de conservar, heredar y compartir su identidad, es decir, preservar su conocimiento y con ello la riqueza cultural del país. Esta tarea sólo podría rendir frutos con la conciencia y coparticipación de todos los jóvenes como nosotras que al igual que el sector juvenil indígena también son actores sociales del proyecto de nación que se pretenda construir.

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